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Dar la dosis adecuada de vitamina D es esencial para el crecimiento del bebé porque ayuda a un correcto desarrollo de sus huesos, su corazón y su sistema inmunitario. Es por esta razón que la Asociación Española de Pediatría recomienda administrar vitamina D a todos los recién nacidos durante, al menos, el primer año de vida.
Los bebés con deficiencia de esta vitamina, pueden desarrollar algunas enfermedades como:
Hay estudios que también relacionan el déficit de vitamina D con las caries o el trastorno del espectro autista, pero estaría aún por demostrarse una evidencia directa.
Los bebés menores de un año deben tomar una cantidad de vitamina D de 400 UI al día. A partir de los doce meses, el pediatra indicará si debe mantener la suplementación con esta vitamina.
Este apoyo durante el primer año es necesario, ya que el bebé no es capaz de conseguir toda la vitamina D que necesita de manera natural. Los niños no pasan el suficiente tiempo en exteriores como para conseguirla a través del sol, y durante los seis primeros meses se debe dar lactancia en exclusiva, por lo que no pueden adquirirla de alimentos como pescados, yogures, huevos o aguacates, entre otros.
A partir del año de vida, debe ser el pediatra quien recomiende el suplemento, si el niño lo necesita. La recomendaciones actual es seguir una dieta variada, con alimentos que contengan vitamina D, y realizar actividades al aire libre de manera segura.